jueves, 29 de agosto de 2013

JUEVES 29  MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
El “más grande de entre los nacidos de mujer” murió mártir, víctima de la fe y de la misión que había desarrollado. La sangre de Juan el Bautista selló su testimonio en favor de Jesús: con su misma muerte completó su misión de precursor. Hoy nuestra Iglesia, celebra la fiesta del Martirio de Juan Bautista.
“Tambien tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios nada es imposible.” Lc.1, 36-37
Es Juan el que salta en el vientre de su madre, cuando la virgen visita a su prima.: “quien soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme”.
Juan es el maestro que Jesús elige para ser bautizado, en el Jordán
La figura de Juan el Bautista nos habla de un hombre con mucho coraje, de mucha fuerza para resistir a la prepotencia de los que ocupan cargos superiores, y su fe, viene de la  convicción de poder vencer en el nombre del Señor con la verdad, sin miedo de decirlo todo. La parresía una característica típica de todo auténtico profeta: no puede callar lo que le ha sido revelado con el propósito de darlo a conocer a otros.    El significado fundamental de parresía es el de “libertad para decirlo todo”; de aquí las diversas modulaciones de su significado: franqueza, valentía, libertad confiada. Y será precisamente este coraje de decirlo todo lo que abrirá al profeta el camino del martirio. La actitud de oponer resistencia a los poderosos, es señal de un coraje inexplicable desde el punto de vista humano: es una franqueza que sólo Dios puede dar a quien se le somete y acepta la misión que le da.
San Marcos, destaca que el tetrarca, (tetrarca es un titulo inferior a rey) cuando tenía prisionero Juan Bautista, temía, porque sabía que era hombre justo y santo, y lo guardaba. ¿De quién? Probablemente de las insidias de Herodías. También detalla san Marcos, que Herodes Antipas le oía con gusto, haciéndole traer, seguramente, de la prisión. Marcos también nos narra el juramento de Herodes Antipas a Salomé después del baile, que le daría lo que pidiese, aunque sea la mitad de mi reino. Esta frase tiene antecedentes bíblicos, y además Antipas no tenía reino, sino tetrarquía.
Herodes piensa que Jesús es Juan que ha resucitado, no sabía, que es el que tenía que venir, el que bautiza no con agua, sino con el fuego del Espíritu-Amor el hijo amado de Dios, sobre el que desciende en el bautismo el Espíritu, como paloma que se refugia en su nido; el que, lleno de Espíritu santo, es tentado por el diablo en el desierto, como lo fue en su día el pueblo en el éxodo hacia la tierra prometida, pero superando las tres tentaciones que asaltan a cada mortal por el desierto de la vida; el que anuncia una amnistía de perdón universal para todos sin excepción y, a cambio, recibe amenazas de muerte por parte de sus paisanos en Nazaret; el que habla con autoridad, y no como los escribas, dando órdenes a los espíritus inmundos que salen; el que invita a Pedro y a los suyos a pescar obteniendo resultados sorprendentes; el que cura al leproso y no queda impuro; el que hace levantarse del lecho al paralítico, imagen de la humanidad postrada por el pecado; el que llama a Leví, escandalizando a los fariseos; el que se autoproclama el esposo e invita a sus seguidores a entender la vida como una fiesta de bodas, de amor, de  fecunda alegría; el vino nuevo que requiere odres nuevos; el señor del sábado que pone en el centro de atención de su vida el bien del hombre por encima de la observancia del precepto de descanso y el que proclama un orden nuevo basado en la pobreza o austeridad solidaria para poder ejercer con libertad el amor sin límites, el perdón, la generosidad e invitar a todos a construir la casa sobre la roca.
No es de extrañar, ante tanta novedad y capacidad, que todos, hasta Herodes, se pregunten quién es ése que rompe los moldes del pasado y coloca a sus seguidores en la puerta del futuro, y enseña a entregar el amor sin medida. 
Quizás sea bueno preguntarse, ¿si sabemos una verdad, debemos callarla?, ¿si callamos, lo hacemos por temor, por vergüenza o por desinterés?, Juan vio que la única forma de terminar con los malos hábitos y así seguir el camino de la verdad, era decirla.
Hemos visto, y seguimos observando cómo hasta el día de hoy se repiten situaciones como la de Juan. Aún quedan lugares en el que se atreve contra un poderoso, el que sale en defensa de la injusticia o la opresión es encarcelado, o criticado por esto. La eterna lucha del bien contra el mal, enfurece a los malignos.

QUE EL SEÑOR LOS BENDIGA, Y QUE EL ROSTRO DE DIOS BRILLE SOBRE USTEDES.