jueves, 26 de julio de 2012



                                                        LA PARUSÍA

La Iglesia primitiva encontró la promesa de la segunda venida de Jesús en el evangelio según San Juan que dice: "Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo" (14,3); y también: "Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver" (16,16), o un poco más adelante: "También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón" (16,22).
Se habla de la segunda venida de Cristo para distinguirla de la primera, que ocurrió en la Encarnación; su primer venida al mundo fue en la carne, la segunda será en su gloria.
Parusía:Esta palabra se deriva del griego pareimi que significa estar presente o llegar. Antiguamente el helenismo utilizó esta palabra para referirse a la manifestación en la tierra de las personas divinas, así como para designar la entrada triunfal de los reyes o príncipes a las ciudades de sus dominios
En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra Parusía en su acepción técnico-religiosa, designando con ella el advenimiento de Cristo al final de los tiempos; así es como la Parusía se encuentra asociada con el fin del mundo .También se la encuentra relacionada con la resurrección y con el juicio final . San Pablo en 1 Tes 4,13-18: dice:
"Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto a los muertos, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a los que murieron en Jesús. Os decimos esto como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras".
El Nuevo Testamento ofrece varias señales que indicarán la proximidad de la Parusía, o segunda venida de Cristo a la tierra; estas señales son las siguientes: a).- El enfriamiento de la fe; b).- La aparición del Anticristo; c).- La conversión de las naciones paganas; d).- La conversión de Israel.
San Lucas, se pregunta: cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
También, hoy nos hacemos la misma pregunta, ante el enfriamiento de la fe, de la prescindencia de Dios, de lo poco o nada que se habla de Dios, en distintos ambientes.
Pero no todo está perdido, en nuestras comunidades hay gente, que realmente tiene fe y motiva y contagia, pero no son todos, necesitamos más personas comprometidas con la Palabra, que la vivan y la anuncien.
Debemos estar preparados, para la venida del Señor, el Juicio Final, tengamos en cuenta que nuestras posesiones, éxitos, no nos van a servir, se nos va a pedir cuenta del Amor que hayamos entregado a nuestros hermanos, nuestras obras de caridad (desinteresadas), nuestro servicio en pos del Reino, todo lo que hagamos por los más necesitados.
Quiera Dios que realmente estemos preparados, despiertos y prevenidos, con nuestras cosas en orden, para que no nos sorprenda, apartemos no del pecado, de las tentaciones, de las seducciones del mal, seamos fuertes en Cristo, porque en Él debe radicar nuestra fortaleza.
Que el Señor los Bendiga, y su Espíritu los guie. QUE EL AMOR DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU, NO SE APARTE DE USTEDES.

domingo, 15 de julio de 2012


EL ENVIO DE LOS PRIMEROS MISIONEROS


En el Evangelio de este Domingo, el Señor a escogido a los doce, y luego de un tiempo de estar con ÉL, formándose, los envía, a predicar, no es un envío a anunciar la Buena Nueva, es más bien una práctica, para lo que les espera luego. Hay que tener en cuenta las recomendaciones que les hace el Señor, ellos son los primeros misioneros, de lo que luego será la Iglesia Cristiana. Este jueves el Evangelio habla del envío del Señor, pero hace hincapiés en la gratuidad: “Lo que han recibido gratis, denlo gratis”
La riqueza debe estar ausente de la misión: primero por¬que su eficacia depende sólo de Dios y de la libre aceptación del mensaje por los hombres: no será el derroche de medios económicos lo que haga eficaz el anuncio del evangelio. Les deberá bastar con lo más imprescindible: un bastón y el cal¬zado necesario para caminar. Y, además, los signos externos de riqueza («dos túnicas») son incompatibles con la misión de quienes se han de presentar como seguidores de quien anuncia libertad, justicia e igualdad para toda la humanidad.
También, es importante resaltar, la esperanza del Señor en la solidaridad humana: Cuando en algún sitio os alojéis en una casa, quedaos hasta que os vayáis del lugar. La gratuidad del mensaje y la fraternidad del que lo recibe.
Les ordenó que no cogiesen nada para el camino, excepto sólo un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; «calzaos sandalias, pero no os pon¬gáis dos túnicas».
Los Discípulos Misioneros tienen instrucciones precisas sobre el modo como deben comportarse: no deben llevar provisiones, tampoco una alforja, , para guardar lo que pudieran recibir por el camino; ni dinero, que les daría la seguridad de no quedarse desprovistos en caso de no recibir nada. Por una parte, el despego del dinero permite la libertad; por otra, la confianza en los hombres es la tra¬ducción en la conducta del mensaje de la fraternidad.
Jesús los envía, pues, para que, con su modo de proceder, den un tes¬timonio de igualdad entre los hombres (de dos en dos); al mismo tiempo, la carencia de provisiones y dinero debe mostrar a todos que esperan solidaridad humana y que confían en la gente; pero que no van a apro¬vecharse de la solidaridad ajena, pues no van a pedir limosna ni a acep¬tar nada para guardarlo ; no van a presentarse como mendigos, sino con plena dignidad. Pero, al ser dependientes de la buena voluntad de los demás, se elimina toda posible pretensión de superioridad.
El Señor sabe lo que les espera a sus elegidos, a los que le sigan y le sirvan, a los que se jueguen por Él. Los envía de dos en dos. La compañía es apoyo, fuerza y motivación para cumplir mejor con la misión y para resistir a las dificultades. La tarea que van a realizar es una tarea liberadora pero, ¿están capacitados para hacerla? Al final del texto se nos dice cómo los discípulos expulsaron muchos demonios y curaron muchos enfermos. De esta forma los Doce van adquiriendo autonomía y confianza en sí mismos.
También, hoy el Señor nos llama y nos envía, si a ti, a mi, a todos, nos llama y nos envía a Anunciar la Buena Nueva. Desde dentro de nuestra familia, el trabajo, estudio, barrio, comunidad, desde el ámbito en que nos movamos, ser la Luz de Cristo, comenzando por nuestro hogar que debe ser una pequeña Iglesia doméstica, el llamado es para todos y es hoy, ahora ya, Jesús espera tu repuesta, desea que tú seas Iglesia, que creas y lo sigas, que lo Anuncies a los demás.
Esta en nosotros y en nuestra comunidad a que Dios Anunciamos. Acá en Charqueada, desde una comunidad pequeña, humilde, alejada, anunciamos a un Dios Vivo, Resucitado, Un Dios dador de Vida Y POR ESO TE DIGO JESUS TE AMA.
QUE TENGAN UN HERMOSO DIA DEL SEÑOR

domingo, 8 de julio de 2012

                   LA FE NOS SALVA
El Evangelio del Domingo pasado, se centraba en la Fe, Jairo, un Jefe de la Sinagoga, cree realmente en el Señor y le implora que salve a su hijita, también la mujer que sufría de sangrado, es tal su fe, que con solo tocar los flecos de la túnica del Señor queda sanada, también resuenan en nuestros oídos las Palabras del Señor:”Hija tu fe te ha curado vete en paz y con salud” y a Jairo: “ no temas; basta que tengas fe”. Un llamado a tener fe, por la fe seremos salvado.

En las lecturas de hoy El Señor se presentó en su tierra (por el contexto se supone que se trata de Nazaret, su pueblo, pero Marcos no lo nombra, pues aquí está representando a toda la tierra de Israel, que, a pesar de lo mostrado en el episodio anterior, no acepta a Jesús), donde había pasado la mayor parte de sus años.
Jesús iba haciendo el bien, liberando a hombres y mujeres de todas sus esclavitudes, de todos sus padecimientos. Porque Dios actuaba en él. Pero en su pueblo le fue imposible.
Ante la reacción de los suyos, reafirma, llamándose a sí mismo profeta, que su enseñanza y su actividad están respaldadas por el mismo Dios en el que dicen creer
Nadie es Profeta en su tierra, refrán tan conocido, ahora sabemos de dónde sale. Los prejuicios, la envidia, el derrotismo, la pereza, la falta de perseverancia, de compromiso, son impedimento de nuestra fe.
Jesús es mirado con los ojos de los paisanos como “uno más”. No han sabido ver en él a un profeta. Un profeta es uno que habla “en nombre de Dios”, y cuesta mucho escuchar sus palabras como “palabra de Dios”; cuesta mucho reconocer en quien es visto como “uno de nosotros “al mismo Dios hecho Hombre. Cuesta pensar que estos tiempos que vivimos son tiempos especiales y preparados por Dios (kairós) desde siempre. Pero en ese momento específico, Dios eligió, darse a conocer a si mismo, haciéndose uno de nosotros, para anunciarnos su Palabra, comunicarnos la Buena Nueva, para el pueblo cansado y agobiado de malas noticias. No es fácil reconocer el paso de Dios por nuestra vida, especialmente cuando ese paso se reviste de “ropaje común”, como uno de nosotros. A veces quisiéramos que Dios se nos manifieste de maneras espectaculares, pero el enviado de Dios, su propio Hijo, come en nuestras mesas, camina nuestros pasos y viste nuestras ropas. Es uno al que conocemos aunque no lo re-conocemos. Su palabra, es una palabra que Dios pronuncia y con la que Dios mismo nos habla. Sus manos de trabajador común son manos que obran signos, pero con mucha frecuencia nuestros ojos no están preparados para ver en esos signos la presencia del paso de Dios por nuestra historia.
Nuestra fe se vive en comunidad, donde nos nutrimos y somos nutrientes para los demás. Una fe bien asentada es como la del hombre prudente que edifica su casa sobre roca y nada la destruye. Nuestra fe debe ser asentada sobre y únicamente en Jesús. Somos consientes de que hay una crisis de fe, pero también es cierto, la gran cantidad de personas que están en búsqueda, que han sido engañadas por otras falsas religiones, y que han encontrado en nuestra Madre Iglesia , un lugar de oración, de fraternidad, de esperanza, de hermandad, un lugar donde El Señor está presente.
QUE EL SEÑOR LES AUMENTE LA FE, PARA ANUNCIARLO A LOS DEMAS. FELIZ DIA DEL SEÑOR