LA FE NOS SALVA
El Evangelio del Domingo pasado, se centraba en la Fe, Jairo, un Jefe de la Sinagoga, cree realmente en el Señor y le implora que salve a su hijita, también la mujer que sufría de sangrado, es tal su fe, que con solo tocar los flecos de la túnica del Señor queda sanada, también resuenan en nuestros oídos las Palabras del Señor:”Hija tu fe te ha curado vete en paz y con salud” y a Jairo: “ no temas; basta que tengas fe”. Un llamado a tener fe, por la fe seremos salvado.
En las lecturas de hoy El Señor se presentó en su tierra (por el contexto se supone que se trata de Nazaret, su pueblo, pero Marcos no lo nombra, pues aquí está representando a toda la tierra de Israel, que, a pesar de lo mostrado en el episodio anterior, no acepta a Jesús), donde había pasado la mayor parte de sus años.
Jesús iba haciendo el bien, liberando a hombres y mujeres de todas sus esclavitudes, de todos sus padecimientos. Porque Dios actuaba en él. Pero en su pueblo le fue imposible.
Ante la reacción de los suyos, reafirma, llamándose a sí mismo profeta, que su enseñanza y su actividad están respaldadas por el mismo Dios en el que dicen creer
Nadie es Profeta en su tierra, refrán tan conocido, ahora sabemos de dónde sale. Los prejuicios, la envidia, el derrotismo, la pereza, la falta de perseverancia, de compromiso, son impedimento de nuestra fe.
Jesús es mirado con los ojos de los paisanos como “uno más”. No han sabido ver en él a un profeta. Un profeta es uno que habla “en nombre de Dios”, y cuesta mucho escuchar sus palabras como “palabra de Dios”; cuesta mucho reconocer en quien es visto como “uno de nosotros “al mismo Dios hecho Hombre. Cuesta pensar que estos tiempos que vivimos son tiempos especiales y preparados por Dios (kairós) desde siempre. Pero en ese momento específico, Dios eligió, darse a conocer a si mismo, haciéndose uno de nosotros, para anunciarnos su Palabra, comunicarnos la Buena Nueva, para el pueblo cansado y agobiado de malas noticias. No es fácil reconocer el paso de Dios por nuestra vida, especialmente cuando ese paso se reviste de “ropaje común”, como uno de nosotros. A veces quisiéramos que Dios se nos manifieste de maneras espectaculares, pero el enviado de Dios, su propio Hijo, come en nuestras mesas, camina nuestros pasos y viste nuestras ropas. Es uno al que conocemos aunque no lo re-conocemos. Su palabra, es una palabra que Dios pronuncia y con la que Dios mismo nos habla. Sus manos de trabajador común son manos que obran signos, pero con mucha frecuencia nuestros ojos no están preparados para ver en esos signos la presencia del paso de Dios por nuestra historia.
Nuestra fe se vive en comunidad, donde nos nutrimos y somos nutrientes para los demás. Una fe bien asentada es como la del hombre prudente que edifica su casa sobre roca y nada la destruye. Nuestra fe debe ser asentada sobre y únicamente en Jesús. Somos consientes de que hay una crisis de fe, pero también es cierto, la gran cantidad de personas que están en búsqueda, que han sido engañadas por otras falsas religiones, y que han encontrado en nuestra Madre Iglesia , un lugar de oración, de fraternidad, de esperanza, de hermandad, un lugar donde El Señor está presente.
QUE EL SEÑOR LES AUMENTE LA FE, PARA ANUNCIARLO A LOS DEMAS. FELIZ DIA DEL SEÑOR
domingo, 8 de julio de 2012
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