lunes, 16 de marzo de 2015




LA HISTORIA DE LA FAMOSA CRUZ DEL CERRO LARGO
La historia de la famosa Cruz de Cerro Largo se cristalizó hace más 26 años.La idea de instalar una cruz sobre el Cerro Largo surgió del padre Javier Mori, quien fuera párroco de la Catedral y San José Obrero de Melo desde el año 1968 al 1988 y que fuera presentada ante las autoridades municipales y de la Iglesia,; cinco meses antes de la visita de Juan Pablo II y previa autorización del Obispo de la Diócesis de Melo y Treinta y Tres Monseñor Roberto Cacerés. El padre Javier - - consideró oportuno que se ubicara una cruz de hierro de 9,5 metros de altura en un lugar preferencial, frente al centro poblado de Arbolito y bien en la cumbre del Cerro Largo. En 1986, el Cerro Largo -antes de levantarse la cruz- recibió la bendición del Papa Juan Pablo II en su primera visita a Uruguay. A partir de ahí, el camino al cerro se convirtió en el escenario de la recreación del camino de Jesús hacia su crucifixión. Cuando vino Juan Pablo segundo a Melo el 8 de mayo de 1988 la Cruz ya estaba en el Cerro Largo. Posteriormente se hizo costumbre organizar una peregrinación diocesana el V Domingo de Cuaresma, con el rezo del Via Crucis en la mañana, subiendo al cerro y misa en la tarde al borde la ruta. La peregrinación abarca 3km y medio desde Arbolilto en ruta 8 a la cima del cerro
El gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del peregrino piadoso de Israel: "Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor" (Sal 122,1); es alivio por la ruptura de la monotonía diaria, desde la perspectiva de algo diverso; es aligeramiento del peso de la vida que para muchos, es un fardo pesado; es ocasión para expresar la fraternidad cristiana, para dar lugar a momentos de convivencia y de amistad, El peregrino que acude al cerro está en comunión de fe y de caridad, no sólo con los compañeros con quienes realiza el "santo viaje" sino con el mismo Señor, que camina con él, como caminó al lado de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35); con su comunidad de origen, y a través de ella, con la Iglesia que habita en el cielo y peregrina en la tierra; con los fieles que, a lo largo de los años, han rezado en este Cerro Largo; con la naturaleza que lo rodea, cuya belleza admira y que siente movido a respetar; con la humanidad, cuyo sufrimiento y esperanza aparecen de diversas maneras, dejando huellas en cada alma.

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