PADRE CACHO EJEMPLO DE SERVICIO
Rubén Isidro Alonso nació en el barrio Villa Dolores de Montevideo, fue el tercero de seis hermanos. Ingresó a los 12 años al Seminario Salesiano .
Siempre se orientó a los jóvenes y los pobres ejerciendo su sacerdocio en Rivera, Paysandú y Montevideo. En la Diócesis de Salto fue el primer asesor de la pastoral juvenil. No obstante, fue en el departamento de Rivera donde realizó su primera experiencia de presencia en los barrios, en la periferia de la capital del mismo nombre, limítrofe con Brasil, en una pequeña comunidad con otros dos salesianos.
Pero el P. Cacho, sentía la necesidad de hacer algo más por los mas carenciados, había otro mundo, al que pocos querían ver, un mundo de dolor, de vejación, un mundo donde los Derechos Individuales no existían, un mundo de marginación.
A pedido del Arzobispo de Montevideo se traslada y pasa a la Parroquia de los Sagrados Corazones, y desde ella atiende a los más necesitados, pero un día alguien le dice: Para usted es fácil viene un rato, pero luego vuelve a su Parroquia, y el P. Cacho le responde, si me consiguen un ranchito, me mudo con ustedes y así ocurrió.
Decide mudarse a un rancho de lata y madera en el barrio Plácido Ellauri, similar a los de la mayoría de sus pobladores., donde trabajó en la organización de hogares de acogida y cooperativas de vivienda además de participar en las movilizaciones por la dignidad del trabajo de los clasificadores de residuos. La Cooperativa de Vivienda para Jóvenes y el Movimiento pro Vida Decorosa son concreciones de esa época.
No tuve el placer de conocer al P. Cacho, pero imagino los rechazos, las burlas, los desplantes, de que habrá sido objeto, desde dentro y desde fuera, esa decisión suya a ojos humanos era incomprensible.( UN SACERDOTER VIVIENDO EN UN CANTEDRIL, RECOLECTANDO Y COMIENDO CON ELLOS, VISTIENDO COMO ELLOS¡QUE ESCANDALO¡ Me parece volver a la época de los Fariseos, de los Maestros de la Ley.
También me imagino la sonrisa complaciente de Nuestro Señor y que nos dice, al menos uno me entiende.
Un 4 de setiembre de 1992 dejó de existir Rubén Isidro Alonso, más conocido como el padre Cacho. Detrás de sí, dejó un legado que tomó toda una barriada. Varios años de su vida los dedicó a convivir con los más pobres y a pesar de la opinión de contraria de muchos, levantó con el apoyo de los vecinos un precario rancho, y desde allí emprendió una obra para favorecer a los excluidos.
Hace 11 años los hurgadores con sus caballos trasladaron los restos del sacerdote por la periferia de Montevideo antes de darle sepultura. El año pasado la urna con sus cenizas fue llevada desde el cementerio del Norte hacia la parroquia de los Sagrados Corazones, más conocida como “de Possolo”. El religioso vivió unos cuatro años en esa capilla y luego residió en diferentes asentamientos de la zona, habitando siempre en construcciones precarias. El padre Javier Galdona recordó que los vecinos le ayudaban a levantar sus ranchitos de chapa y cuando consideraba que estuvo el tiempo suficiente como para impartir sus conocimientos, se mudaba a otro barrio.
Siento la imperiosa necesidad de ir a vivir en un barrio de pobres y hacerlo como lo hacen ellos. No como táctica de infiltración, de camuflaje o demagogia, ni siquiera como gesto profético de nada sino para encontrarlo de nuevo a EL porque se que vive allí, que habla su idioma, que se sienta a su mesa que participa de sus angustias y esperanzas. Tampoco como un “Padre” despachador de sacramentos sino como alguien que va a hacer junto a ellos una vivencia de fe, un camino compartido. Tal vez pueda decirles en su idioma de dolor y frustración, que allí , en medio de ellos esta EL. El que puede cambiar la muerte en Vida, la negación en Esperanza.
Padre Cacho, gracias por tu entregan por hacernos ver, que hay otro mundo que clama por atención, por afecto, que la misericordia del Señor, nos cuestione, nos impulse a ir a ellos con el Amor que Jesús iría, y verlos realmente a cada uno como hermanos nuestros.
QUE DESCANSES EN PAZ QUERIDO PADRE CACHO Y QUE EL MUNDO NO TE OLVIDE
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