sábado, 19 de febrero de 2011


Tenemos que ser Santos



Las lecturas de hoy nos hablan de la santidad. Es más, el evangelio termina con una invitación a ser “perfectos”. A eso estamos llamados todos los que queremos seguir las huellas de Jesús. Tenemos que ser perfectos. Pero la gran pregunta es: ¿qué significa ser perfectos? ¿En qué consiste la perfección?

Pablo en la segunda lectura viene a plantear la misma cuestión pero desde otro punto de vista. En realidad Pablo nos dice que los cristianos ya somos perfectos. Por la sencilla razón de que ya somos “templo de Dios” y el Espíritu de Dios “habita en nosotros”. Lo que nos corresponde es comportarnos como debemos: no según la sabiduría de este mundo sino según la sabiduría de Dios.

¿Qué piensa Jesús? En él Evangelio encontramos lo que para Jesús es ser perfecto. Lo que debe ser la forma de comportarse de los que ya somos templo de Dios. Y Jesús, como siempre, nos sorprende. De nuevo, como el domingo pasado, se vuelve hacia las relaciones interpersonales y ve ahí lo más importante para el cristiano.

Pero hoy da un paso más. No basta con buscar la justicia, el tanto por tanto, el ojo por ojo, el favor por favor. Todo eso es lo que Pablo llamaría la sabiduría de este mundo que no es más que necedad ante Dios. Jesús pide a los que le escuchan que den un paso más. Se trata de “no hacer frente al que nos agravia”. Así de sencillo y así de complicado. Se trata de rehuir a toda costa el conflicto. Parece que no hay ningún honor que defender. Frente al hermano lo más importante es cuidar la buena relación. La fraternidad se establece como el más importante de los valores. Es el centro, la piedra angular, de la vida del seguidor de Jesús. Por ello es también un llamado a la no violencia, si no contestamos a la violencia, la estamos deteniendo.

Ni “ojo por ojo” no “aborrecer al enemigo”. Precisamente hay que hacer lo contrario: amar a los enemigos, a los que no están de acuerdo con nosotros, a los que nos llevan la contra, a los que nos ofenden

Ser santos al estilo de Jesús . Amar , perdonar y servir Porque ahí, en esas actitudes, en esa forma de comportarnos frente al prójimo, sea familiar, vecino, compañero de trabajo, conocido, o desconocido, sea quien sea, saber ver en él el rostro de Jesús y amarlo como a Jesús, ahí es donde se juega la posibilidad de ser perfectos. O dicho en un lenguaje más actual: de ser santos.

Estamos, pues, llamados a ser santos. Todos los cristianos. No sólo los Diáconos, Sacerdotes u Obispos. No sólo las religiosas o religiosos. Todos estamos llamados a la santidad como nos recordó a todos los católicos el concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 11). Pero la santidad del cristiano no consiste en hacer muchas penitencias ni mortificaciones. Tampoco estriba en dedicar la vida a la oración y a la meditación. Ser santos es amar y amar hasta el extremo. Es amar a los enemigos. Ponernos en los zapatos del otro. Es renunciar a lo que podría ser justo según este mundo para optar por la fraternidad a cualquier precio. Hasta el precio de pagar con la propia vida. Exactamente igual que hizo Jesús. Porque ser cristiano católico no es más que seguir el camino del Maestro.

FELIZ DIA DEL SEÑOR

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