jueves, 19 de mayo de 2011

NO SE QUEDÉN SIN JESÚS


Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte se los arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él? Jesús los ve abatidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios. Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de ser motivo para que se derrumbe su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá estando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre! A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios? La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano. Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos “Dios”.Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Aunque lo dejen todo, no se queden sin Jesús. En él encontraran el camino, la verdad y la vida. PORQUE EL ES CAMINO, VERDAD Y VIDA Yo soy la Verdad, descúbranme en la luz de mi Palabra, búsquenme en las Sagradas Escrituras, encuéntrenme en los Evangelios, conózcanme, l
Yo soy la Vida. Yo soy el Pan y la Bebida de la vida. Yo soy Emmanuel, Dios con ustedes. Entiendan quien es el que ustedes están recibiendo en la Sagrada Eucaristía,.

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