viernes, 18 de marzo de 2011

                    SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


.En el Evangelio de este Domingo, Segundo de Cuaresma, es conocido como el de la Transfiguración del Señor.

Jesús acababa de anunciar a sus discípulos que el Mesías tenía que «ir a Jerusalén, padecer mucho a manos de los poderosos de los que tenían el poder las clases más altas: Saduceos, Fariseos, Sumo Sacerdote ser ejecutado y resucitar al tercer día»; y se había visto obligado a enfrentarse con du¬reza a la actitud de Pedro, que quiso torcer su camino (16, 21-22). Igualmente había anunciado que quienes quisieran seguirlo deberían estar dispuestos a correr una suerte similar: «El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, cargue con su cruz y me siga» (16,24). Este doble anuncio suponía para los discípulos de Jesús una gran desilusión. Ellos, apoyados en su ley y en sus profecías, esperaban que el día del Mesías sería glorioso para él y sus seguidores, a la vez que te¬rrible para sus adversarios. Y Jesús les hablaba de padecer, de ser ejecutado, de perder la vida...

Jesús, para mostrarles adónde conducía su camino, escoge a los tres discípulos posiblemente más reacios y los hace participes de una experiencia que demuestra que la entrega por amor hasta la muerte es el sendero que lleva hasta la gloria del Hombre: .... se llevó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y subió con ellos a un monte alto y apartado. Allí se transfiguró delante de ellos: su rostro brillaba como el sol y sus vestidos se volvieron esplendentes como la luz».

En este pasaje contemplamos el encuentro del A.T., los Profetas (Elías), la Ley (Moisés), y el N.T. (Jesús). Y Dios Padre que habla desde las nubes:”

Este es mi Hijo, el amado, en quien he. Puesto mi fa¬vor. Escuchadlo.”

Para los tres Apóstoles es toda una experiencia, y lleva a Pedro a que se ofrezca ha hacer tres chozas

olvidarse de los problemas y sufrimientos del género humano: «... Si quieres, hago aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todo lo que él quería se encontraba en aquel momento allí presente: Moisés y Elías, su pasado, sus tradicio¬nes, sus esperanzas, y Jesús, a quien había dado su adhesión, la realización de sus esperanzas. Juntos su pasado, su presente y su futuro. Y todo sin tener que romper con nada. Y todo sin tener que arriesgar nada.

Entonces la voz del PADRE, anunciando que ese es su HIJO, que lo ESCUCHEN.

Ya no es más tiempo de Profetas ,ni la Ley, es el Tiempo del SEÑOR, el que va a Donar su VIDA por AMOR a nosotros, y hoy es nuestro tiempo, de abrirle nuestro corazón, pedirle que guié nuestras vidas.

A EL SEA TODO HONOR Y TODA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN

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