domingo, 16 de octubre de 2011

DEN A DIOS LO QUE ES DE DIOS ( del Evangelio de este Domingo)


Los fariseos eran enemigos de los romanos y sus colaboradores; y los herodianos eran los partidarios de Herodes, los cuales debían su corona a los romanos, con los que, colaboraban. Los fariseos y los herodianos eran enemigos, pero por una vez se habían puesto de acuerdo, para eliminar a un “enemigo” común
En la escena que nos relata el Evangelio de hoy aparecen unidos contra Jesús, al cual consideraban su enemigo, por desenmascararlos ya que el pueblo lo seguía y creía en ÉL
En Mt.23,13-28, el Señor lanza siete maldiciones contra los fariseos y los maestros de la ley.
No se presentan a cara descubierta, sino que quieren aparentar que son unos israelitas piadosos que tienen escrúpulo de conciencia y buscan ayuda para salir de la duda. Para muchos israelitas de entonces pagar el tributo al César era reconocer que el emperador de Roma era señor de Palestina; y eso iba en contra del primero de los mandamientos: «Yo soy el Señor y no hay otro», como recuerda el profeta Isaías.
En realidad ellos no tenían otro señor que su propio egoísmo, su soberbia y sus ansias de poder. Y Jesús los puso en evidencia.
La pregunta es neta y pide a Jesús una opinión autorizada como maestro. Había sido precisamente la introducción del tributo al César la que había provocado la rebelión de Judas en el templo el año 6 d. C. Los zelotas sostenían que reconocer el señorío del emperador mediante el pago del tributo se oponía directamente al primer mandamiento, que manda reconocer a Dios por solo Señor.
Jesús no se deja engañar y denuncia su hipocresía: el escrúpulo de que alardean es falso; su única intención es ponerlo en una situación difícil. Si responde que está permitido pagar el tributo, se pone al pueblo en su contra y pierde su crédito ante él; las auto-ridades encontrarían el camino despejado para poder prenderlo. Si, por el contrario, sostiene que no estaba permitido, inmediatamente sería detenido como sedicioso por la autoridad romana. La pregunta renueva implícitamente la tercera tentación del desierto («¿Por qué me tentáis») (cf. 4,8-10). Esperan en realidad que Jesús se declare como un Mesías nacionalista que pretende conquistar el poder en rebeldía contra Roma. La presencia de los herodianos aseguraría la denuncia.
El Señor les pide que le muestren la moneda del tributo (un denario) una moneda romana, con la esfinge del emperador, con su pretendida divinidad, pregunta de quién es ese rostro y le dicen del Cesar, por lo que les responde el Señor:”den al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Hoy también el Señor nos sigue pidiendo que demos a Dios lo que es de Dios, porque a veces equivocamos el camino, cuantas veces oímos. yo voy a la Iglesia porque esta fulanito. Vamos por Jesús, y a Él y solo a Dios sea todo honor y toda gloria.
Dios nos habla (y guarda silencio) a través de la historia, en los acontecimientos grandes y en los pequeños, en los cotidianos ¿Dónde pretendo yo escuchar a Dios, dónde lo busco, en un cielo lejano, abstracto, teórico. o en los sucesos de la vida de cada día y en las personas que están a mi alrededor? En los más necesitados, enfermos, solos, sin trabajo,, en los que han perdido la esperanza y las ganas de vivir, a esos hermanos es que debemos acompañar, y llevarles la esperanza, de la Palabra y Amor de nuestro Señor. No sigamos esperando, pongamos manos a la obra, el Señor nos llama y espera nuestra repuesta.
Recuperemos el espacio de Dios en nuestra familia, ya que se ha perdido eso tan bonito de orar juntos y que los papás le hablen a sus hijos de Dios, los abuelos a sus nietos, que conozcan y amen al Señor Jesus.
Familias que aman al Señor, forman una comunidad que ama al Señor y comunidades que aman al Señor forman una sociedad, DISTINTA , donde predomine el amor a Dios y al hermano. QUE EL SEÑOR DADOR DE VIDA LOS BENDIGA.

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