lunes, 3 de octubre de 2011

LOS NIÑOS SON EL FUTURO DE NUESTRA IGLESIA


Los niños son, desde luego, el término del amor delicado y generoso de Nuestro Señor Jesucristo: a ellos reserva su bendición y, más aún, les asegura el Reino de los cielos En particular, Jesús exalta el papel activo que tienen los pequeños en el Reino de Dios: son el símbolo elocuente y la espléndida imagen de aquellas condiciones morales y espirituales, que son esenciales para entrar en el Reino de Dios y para vivir la lógica del total abandono en el Señor: "Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba incluso a uno solo de estos niños en mi nombre, a mí me recibe" (Mt 18, 3-5; cf. Lc 9, 48).
La niñez nos recuerda que la fecundidad misionera de la Iglesia tiene su raíz vivificante, no en los medios y méritos humanos, sino en el don absolutamente gratuito de Dios. La vida de inocencia y de gracia de los niños, como también los sufrimientos que injustamente les son infligidos, en virtud de la Cruz de Cristo, obtienen un enriquecimiento espiritual para ellos y para toda la Iglesia. Todos debemos tomar de esto una conciencia más viva y agradecida.
Este sábado tuvimos en nuestra Parroquia, el retiro preparatorio para los niños de tercer nivel de catequesis , los que el próximo sábado 8, recibirán su Primera Comunión, Fue un hermoso encuentro, están muy animados y ansiosos de que llegue ese momento.
En nuestra Parroquia predominan las personas mayores, pero desde hace 2 años, luego de que los padres se comprometieran a que sus hijos cumplieran con la catequesis y que concurrieran a las Celebraciones, la presencia alegre de ellos, nos motiva, en ellos vemos los frutos de la Viña, también en sus catequistas.
Buscamos ser una comunidad que unida en el amor al Señor, cuida su Viña y la vigoriza

Oración para niños/as)

Jesús,
enseñanos a rezar mejor.
A veces me cuesta comunicarme contigo.
No encuentro las palabras, no se que decir.
Ayudame a rezar.
Quiero hacer un rato de silencio
para que vos me puedas hablar al corazón.
Quiero sentirte a mi lado.
Quiero contarte lo que me pasa y las cosas que vivo.
Me quiero poner en tus manos, Jesús,
para aprender a dar gracias, a pedir perdón,
a pedirte lo que necesito.
Hablame, Señor,
que estoy dispuesto a escucharte.
¡Que así sea, Señor!

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