domingo, 5 de agosto de 2012


JESUS PAN DE VIDA

Jesús se marchó al monte ,solo, cuando vinieron a hacerlo rey. Pero la multitud no ceja en su empeño y sigue buscándolo. Jesús, decíamos la semana pasada, desaparece a veces de nuestra vista precisamente porque queremos apoderarnos de él, ponerlo al servicio de nuestros intereses, manipularlo. Además, esas desapariciones nos fuerzan a seguir buscándolo, y esto nos da ocasión de poner al descubierto nuestro ser
“Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos”.
Ese reproche de la Primera Lectura, es contra Dios mismo, también hoy nosotros cuantas veces, nos preguntamos ante las adversidades. ¿ para qué habré nacido?, o ¿Dónde está Dios?
Si nos va bien todo está bien con Dios, pero si no, ya se tambalea nuestra fe, Jesús deja de ser el Pan Vivo, y justamente este es nuestro error, el dudar de nuestro Salvador y Señor. Nuestra vida debe ser una búsqueda continúa del Señor, y cuando lo encontramos debemos adherirnos a Él, para ya no desprendernos más.
En el Evangelio de este Domingo, el Señor se define como el Pan Vivo, no como el que comieron en el desierto, nuestros antepasados.
Desean hacer Rey al Señor, y él desaparece, a los ojos de los hombres esto es incomprensible, que hombre no desea ser rey. Pero Jesús, conoce sus intenciones, es el egoísmo, no lo hacen por su fe, sino para sacar provecho, tener quien los alimente y cuide gratis, y eso se los reprocha el Señor, y luego del reproche les hace una catequesis, les explica, que busquen el verdadero pan , el que da vida eterna y que ese pan es él, les hace ver que actúan mal, pero no los abandona, les abre los ojos, él se da gratuitamente, para los que creen realmente, los que reconocen con el corazón que es el Hijo de DIOS
                                             (SAN AGUSTÍN)


¡Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad! No piense yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama cualquiera otra cosa, ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor. ¡ Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor, amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres; amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los siglos; amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar! ¡ Jesús, mi adorable Salvador, cuyas bondades, cuyas dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como que sois nada menos que mi Dios! Véame yo abrasado en vuestras divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría, pero de una alegría enteramente justa, enteramente casta, pura, santa y seguida de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra. Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor, ¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón y de mi alma. No quiero, bien mío, no quiero en lo sucesivo más amor que el vuestro. Amén.
QUE DIOS LOS BENDIGA, FELIZ DOMINGO



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